Tus hijos te escuchan ¿Cómo te relacionas con ellos? – Cada persona ha tenido la oportunidad de pasar por esas grandes decisiones, retos y oportunidades que propone el día a día. ¿Quienes de nosotros cuando éramos niños, llegamos a sentir miedo de hablar con nuestros cuidadores y contarles que habíamos dañado una planta, un adorno o un vaso? Ese instinto de explorar nos impulsaba nuestra curiosidad y al aprendizaje. Día a día, avanzamos en la experiencia conseguida, sin embargo, volvíamos al mismo punto de partida: ¿Cómo le cuento a mis cuidadores lo que descubrí, si me da miedo de lo que me puedan decir? o lo que siento cuando mi mejor amigo no quiere jugar conmigo.
Ahora bien, como adultos cuidadores a menudo nos encontramos con ese incómodo momento que, debemos responder a la curiosidad de los más pequeños. ¿Cómo le enseño a mi hija de dónde vienen los niños? ¿Cómo le explico a mi hijo que las pastillas son medicamentos y no dulces? ¿Cómo le hago entender que no es Spiderman o Superman? ¿Hasta dónde he construido escenarios de comunicación como parte fundamental de la crianza?
Como padres de familia o cuidadores, es normal preguntarnos ¿todos los niños, niñas y adolescentes piensan y aprenden de la misma manera desde su nacimiento hasta su mayoría de edad? No. El pensamiento y aprendizaje en las primeras etapas de la vida es diferente. Existen tres importantes momentos del desarrollo: Primera infancia (0-5 años), infancia (6 – 11 años), adolescencia (12 – 18 años). Entonces ¿puedo tener las mismas conversaciones con los más pequeños independientemente la edad en la que se encuentren? En cualquiera de las tres etapas, es importante tener en cuenta que la comunicación siempre debe ser honesta y respetuosa, además debe: 1) Ajustarse a la edad, 2) Ser clara y precisa, 3) Mensaje en positivo, 4) Confirmar el mensaje que el niño comprendió y, 5) Más allá de la instrucción verbal, los niños siguen el ejemplo.
Respecto a la primera infancia, debemos precisar que la comunicación es un eje clave en la crianza, por ejemplo, la forma en que el adulto responde a una “rabieta” o “pataleta” cambiará el escenario. En este caso, entonces, lo mejor será que el adulto, aunque esté un poco enojado, conserve la calma porque sólo así podrá regular y acompañar la emoción de su hijo; luego acercarse a él/ella, identifique y nombre a su emoción “Sé que estás enojado porque no te compré el helado que querías y por eso lloras y gritas de esa manera”, todo esto acompañado de un abrazo o mantenerse cerca a ellos para brindar seguridad y puedan calmarse; seguidamente, puede darle opciones para resolver la situación que generó la emoción “El próximo fin de semana vendremos de nuevo a buscar tu helado”. Estas acciones constituyen la validación emocional, lo que facilitará a los más pequeños identificar y reconocer el tipo de emoción que se está sintiendo. Las emociones (alegría, tristeza, miedo, asco, enojo, sorpresa, entre otras), deberán ser valoradas de la manera más objetiva posible, para usarlas como herramientas de aprendizaje.
En este mismo sentido, es importante tener presente que, para esta edad, como padres de familia o cuidadores podemos hacer uso de material lúdico-pedagógico que puede ayudarnos a abordar variedad de temas con nuestros hijos, entre ellos, cuentos o historias, juegos de mesa, juegos de rol o llevarlos a hacer parte de sus propios relatos. El arte y el juego son pilares claves a la hora de resolver dudas e inquietudes que aparecen en su entorno. ¡Los padres y tutores también juegan!, puesto que esto permite la construcción de vínculos afectivos entre adultos y niños e incluso, la validación de emociones.
Luego de esto, en el proceso de formación y crecimiento encontramos un periodo clave en el desarrollo de nuestros niños y niñas: La infancia. ¡Cuidado que se va a caer! ¡Deje de estar saltando de un lado a otro que se va a pegar! ¡No toque eso que se quema! Hemos construido y transmitido una serie de miedos y tabúes olvidando que nosotros ya tuvimos la oportunidad de enfrentarnos a determinadas situaciones, mientras que nuestros hijos e hijas están conociendo y aprendiendo del mundo.
Volvemos a enfatizar en la comunicación asertiva como herramienta clave de la interacción, acompañada de otros aspectos importantes como los valores, el vínculo afectivo y el apego seguro, los cuales permitirán el desarrollo de otras habilidades como el pensamiento crítico, la empatía y la resolución de problemas. Podemos entonces transformar la forma en que nos dirigimos a ellos, cambiar el frecuente “NO” por frases positivas como “Lo mejor es que saltes en el piso”, “Con ese tenedor puedes lastimarte, vamos a jugar con tus juguetes”, “¿Qué crees que podemos hacer en lugar de saltar en el sofá?”. Por tanto, a partir de nuestras interacciones, le permitimos a los niños y niñas pensar y razonar sobre su próxima acción, aprender normas, empatizar con otros, fortalecer la autonomía, inclusive comenzar a identificar límites en sus interacciones sociales (golpear, agredir, abrazar, besar, entre otros). Enseñarles a discernir entre el sí y el temido no, le permite a nuestros hijos tomar posición sobre una posible decisión en situaciones sencillas y cotidianas, les hacemos entender que confiamos en que pueden resolver cierta situación y así, les permitimos desarrollar su pensamiento crítico. Es importante tener presente que aún en esta etapa no debemos dejar de lado el juego y la imaginación como instrumentos que contribuyen al desarrollo personal y la exploración del entorno de manera segura.
Y finalmente la última etapa por la que los menores pasan en su crecimiento. ¿Quién no tuvo ese periodo en el que absolutamente nada de lo que decían o planteaban sus cuidadores parecía tener sentido? Esta etapa, la adolescencia, a pesar de suponer un pensar más maduro, requiere de igual modo de bastante acompañamiento y comprensión por parte de tutores y padres. ¡Papás, mamás, tíos o abuelos! sí, ustedes. Recuerden que en algún momento también vieron a alguna figura de autoridad como modelo a seguir o esa persona con la que querían estar siempre.
Ahora, son nuestros hijos e hijas los que comienzan a tomar decisiones sobre su vida, asumen responsabilidades y se proyectan hacia el futuro. En esta etapa, surgen muchos desacuerdos y es por esto que debe predominar el amor como figura de orientación y la comprensión como forma de apoyo. Debemos impulsar su creatividad, el trabajar en equipo y el poder comunicarse de la mejor manera a la hora de interactuar en sociedad. La mejor herramienta que podemos utilizar a la hora de tener conversaciones “difíciles o complejas” con nuestros hijos es la escucha genuina, la empatía, la atención a los detalles que transcurren en su diario vivir y, evitar juzgar las experiencias que nos comparten.
La misión ha sido asignada, es tu responsabilidad de mejorar las prácticas de crianza, entendiendo la importancia de que seas un verdadero protector que garantice el desarrollo integral de tus hijos e hijas. ¡Es hora de empezar!
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