Estamos en una transición generacional en lo que a crianza se refiere. Muchos de nuestros padres y abuelos usaban expresiones como: “estudie, lo que tiene en su cabeza es lo único que nadie le podrá quitar”, destacando la importancia de estudiar y avanzar en ello tanto como fuera posible, porque el éxito de una persona estaba asociado a su nivel de conocimiento. Investigaciones acerca de estilos de vida, salud (en su significado más amplio), desarrollo de competencias y habilidades, entre otros, han concluido en la importancia que tiene la infancia y la adolescencia dentro del desarrollo humano, dado que en ese periodo de la vida resulta fundamental el aprendizaje de las habilidades para la vida que al final se constituyen como protectores ante adicciones, enfermedades y violencias, entre otros.
Este mes queremos compartir con nuestros seguidores una propuesta que elaboró la Organización Mundial de la Salud (OMS) denominada “habilidades para la vida”, la cual ha sido incorporada a propuestas para la promoción de la salud y competencias ciudadanas, e igualmente, en la prevención de consumo de sustancias psicoactivas, conductas sexuales de riesgo y comportamientos violentos, principalmente. Esta propuesta permite abordar fenómenos de relevancia social que han sido de arduo trabajo en diferentes escenarios, siendo el sector educativo el que más ha implementado actividades con base en esta propuesta metodológica. No obstante, es muy importante que, desde casa, los padres de familia, tutores y/o responsables del cuidado de niños, niñas y adolescentes, pueden trabajar en el desarrollo de estas habilidades, para que así haya consistencia y unidad en los aprendizajes escuela-hogar, para que, como sociedad, las prácticas de crianza se tornen respetuosas, afectivas y amorosas progresivamente, se abandonen comportamientos violentos, y juntos en familia, sea posible desarrollar habilidades para la vida.
Luego de todo ello, entonces, ¿Qué entendemos por habilidades para la vida? La OMS las define como “Grupo de competencias psicosociales y destrezas interpersonales (…) que pueden orientarse hacia acciones personales, interpersonales y aquellas necesarias para transformar el entorno de manera que sea propicio para la salud” (WHO, 2003, p. 3)[1]. En otras palabras, son aquellas competencias que permiten que las personas puedan responder a las exigencias o demandas de su entorno en la vida cotidiana y que generan bienestar.
Si bien es cierto, que existen muchas competencias que favorecen entornos protectores, la OMS definió solo diez como principales y sobre ellas, se encuentran descritas en la literatura científica, un sin número de propuestas para que niños, niñas y adolescentes puedan desarrollarlas en entornos escolares o en la comunidad en general. Estas habilidades son[1] [2]:
Estas definiciones son una breve aproximación a la complejidad de cada una de estas habilidades. No obstante, resulta indispensable precisar que no todos los niños, niñas y adolescentes desarrollan al mismo nivel estas habilidades, hay un factor de variabilidad individual que no se puede olvidar, por lo que no resulta adecuado comparar el desempeño de una de estas habilidades entre dos o más personas, por ejemplo, entre un par de hermanos. Igualmente, es necesario considerar que la edad y etapa de crecimiento de cada niño o niña son fundamentales para el entrenamiento de las habilidades; por favor padres de familia y cuidadores, sus expectativas acerca del actuar de un niño o un adolescente deben ajustarse a la realidad de su desarrollo, por ejemplo: un adolescente tendrá la capacidad de tomar una decisión en cuanto a si evade o no la entrega de un trabajo del colegio, más un niño o niña podrá decidir si usar la pijama roja o blanca.
Sin embargo, en el transcurso de las publicaciones les contaremos más acerca de esto.
Ahora bien, muchas personas se preguntarán ¿qué relación existe entre las habilidades para la vida y el abuso sexual infantil? Esta respuesta nos llevaría el desarrollo de otro blog, pero de forma concreta les compartiremos que existe una gran relación desde la prevención hasta el afrontamiento y el impacto psicológico que la agresión genera en la víctima.
Prevenir implica conocer la forma en que se presenta un fenómeno o situación en particular, en este caso, para prevenir el abuso sexual infantil se han desarrollado estudios en diferentes partes del mundo, con el objetivo de comprender posibles factores de riesgo tanto en la víctima como en su entorno familiar; de allí, ha sido posible concluir que los niños, niñas y adolescentes más vulnerables son aquellos introvertidos, aislados, con pocos amigos, con escasos vínculos afectivos a nivel familiar, además de una inadecuada supervisión por parte de sus padres, solo por mencionar algunos aspectos. Así, entonces resulta indispensable trabajar en el desarrollo de las habilidades para la vida como un mecanismo que permite generar factores de protección a nivel individual, pero que, a su vez, tienen un impacto favorable en el entorno familiar y social.
De otra parte, el proceso de revelación o dar a conocer lo sucedido, implica el uso de muchos recursos emocionales y psicológicos, por eso, entre más edad tenga la víctima, más planeará la forma en que contará el abuso y a quién lo hará, además de las consecuencias que este relato pueda llegar a tener, por lo que hablar de esto es muy difícil. Así, los niños, niñas o adolescentes que tienen desarrolladas más habilidades como la comunicación, la toma de decisiones, manejo de emociones, tendrán mayor posibilidad de buscar ayuda de manera más temprana. En ese mismo sentido, los menores de edad que estén en familias que cumplan su función protectora, tendrán mejor adherencia al tratamiento integral que sea necesario.
Por todo lo anterior, reiteramos el llamado a la acción: trabajar desde la familia, la comunidad y la sociedad para desarrollar en nuestros infantes y adolescentes las competencias necesarias para protegerlos de riesgos que encontramos en nuestra sociedad, nuestra labor comienza en casa por reconocer los aspectos por mejorar y trabajar en ello.
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[1] Correa, R. M. La salud mental y las habilidades para la vida. Habilidades para la vida, 30. Recuperado de: https://www.funlam.edu.co/uploads/fondoeditorial/702_Habilidades_para_la_vida_Aproximaciones_conceptuales.pdf#page=31
[2] Herklotz, D. J. R., & Quintal, M. J. D. L. (2019). Habilidades para la vida: una propuesta para jóvenes. Revista de Estudios Clínicos e Investigación Psicológica, 9(18), 59. Recuperado de: http://www.investigacionyposgrado.uadec.mx/site/wp-content/uploads/2020/07/el-envejecimiento-en-la-esfera-social.pdf#page=59
[1] Citado en Ruíz, V. M. (2014). Habilidades para la vida: una propuesta de formación humana. Itinerario educativo, 28(63), 61-89. Recuperado el 22 de diciembre de 2021 en: https://doi.org/10.21500/01212753.1488
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