Según las estadísticas de la organización Mundial De la salud (OMS), una de las principales causas de muerte a nivel mundial es el suicidio. Se estima que diariamente se suicidan 1.110 personas, independientemente de la geografía, cultura, religión o condición socio-económica a la que pertenezcan. En esta ocasión queremos compartir con ustedes algunas claridades sobre este fenómeno ya que actualmente ha sido motivo de discusión en instituciones educativas, organizaciones y en la sociedad en general, debido a que la cifra de suicidios cometidos por niños, niñas y adolescentes ha aumentado en los últimos meses.
Al realizar una revisión teórica para definir lo que podría ser el suicidio se encuentra que éste es un fenómeno multicausal donde intervienen factores de tipo social y psicológico (De la torre, 2013 citado en Salamanca, 2017). El espectro del comportamiento suicida según Salamanca (2017) se encuentra conformado por la ideación de autodestrucción o ideación suicida en diferentes niveles, que pueden ser: las amenazas, el gesto, el intento y el hecho consumado.
Al hablar de ideación suicida, se comprende que esta se basa en una serie de pensamientos intrusivos y repetitivos sobre la muerte autoinflingida , así como los objetos, circunstancias y condiciones en las que se propone morir un individuo. No se trata meramente de una falta de ganas de vivir, sino de un deseo activo persistente de poner fin a la vida (Echeburúa, 2015). Así pues, se reconocen una serie de pensamientos que pueden manifestarse de diferentes formas y que se caracterizan por no ser expresadas o compartidas con ninguna persona. La primera de ellas es el deseo de morir, que puede evidenciarse en frases comunes como “no vale la pena vivir”. Otra forma es la representación suicida que se puede dar a través de sueños o ideas en las que la persona experimenta su muerte.(Salamanca, 2017)
Adicionalmente, puede presentarse la idea de autodestrucción sin planear la acción o con un plan indeterminado para hacerlo, es decir, a través del consumo de pastillas o el hecho de ahogarse o cortarse, por ejemplo. Cabe aclarar que cuando ya hay una planificación adecuada y estructurada se habla de plan suicida.
Es pertinente resaltar que existen situaciones en las que la ideación suicida es expresada por la persona al entorno pero aún no existen conductas encaminadas a terminar con su vida. A esto se le conoce como amenaza suicida. Es importante tener en cuenta que cuando las amenazas se suman a un plan suicida se convierten en predictores de una posible conducta suicida en un futuro próximo.
Por otra parte, es importante aclarar otros conceptos que hacen parte de este fenómeno. Por ejemplo, los comportamientos suicidas tienen diferentes caras, las cuales son: el suicidio consumado, el suicidio frustrado, las tentativas de suicidio o por suicidios y los equivalentes suicidas.
Se habla de suicidio consumado cuando la persona consigue acabar con su vida de forma intencional. La situación contraria se denomina suicidio frustrado, donde el sujeto pese a que tiene una intención suicida y ha realizado alguna acción letal, el suicidio no se consuma bien sea por la inexperiencia del sujeto en el método utilizado o por la pronta intervención de amigos, familiares o red cercana para evitar el hecho.(Spirito y Donaldson, 1998, citado en Echeburúa, 2015).
De la misma forma se encuentra las tentativas de suicidio o parasuicidio, las cuales tienen como objetivo manipular a las personas cercanas o producir cambios en el entorno. En otras palabras, es un intento de la persona para llamar la atención con el fin de obtener ayuda, reafirmar el afecto que le tienen las personas, huir de una situación que ya no puede manejar o mostrar el afecto que siente hacia alguien. Aquí la persona se causa daño a sí misma de forma deliberada sin la intención de quitarse la vida y con consecuencias que no son fatales para la misma, usando como recurso procedimientos no letales, como la ingestión de fármacos o la realización de una autolesión superficial. En el parasuicidio, la persona se encuentra en una situación contradictoria, ya que desea morir si su vida continúa con las mismas pautas pero también desea vivir si se producen cambios significativos en la misma.(Blasco-Fontecilla et al., 2010, citado en Echeburúa, 2015).
Para finalizar, es importante tener en cuenta que cualquiera de las manifestaciones del suicidio mencionadas deben ser exploradas y abordadas con los niños y adolescentes a través del diálogo, incluso si no son manifestadas por ellos. También debemos liberarnos de la creencia de que hablar de suicidio incrementa el riesgo de que el acto se lleve a cabo ya que hablar del tema es la mejor forma de prevenir que suceda.
En fundación de red queremos que cada vez sean más los #PapásExpertos. Por esto, realizamos acciones encaminadas a la prevención no solo de una situación fatal como el suicidio, sino de otras muchas que pueden tener como consecuencia el deseo de los niños, niñas y adolescentes de terminar con su vida. Por esto te invitamos a actualizarte constantemente con nuestras publicaciones de nuestras redes sociales y con nuestros talleres mensuales.
Referencias bibliográficas:
Echeburúa, Enrique. (2015). Las múltiples caras del suicidio en la clínica psicológica. Terapia psicológica, 33(2), 117-126. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-48082015000200006
Salamanca, Y. y Siabato, E. (2017). Investigaciones sobre ideación suicida en Colombia, 2010-2016. Pensando Psicología, 13(21), 59-70. doi: http://dx.doi.org/10.16925/pe.v13i21.1714
© Fundación Red Todos los derechos reservados 2022 | Diseñado IconoVirtual